Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con deslumbrante maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en la gran https://zaynvnwn859706.laowaiblog.com/37305613/el-cabezazo-de-zidane-y-sus-repercusiones-mediĆ”ticas